Desde hace ya varios años se utiliza la toxina botulínica como tratamiento para los trastornos temporomandibulares.
Actuaría generando una disminución de la contracción muscular a través de una denervación química y tendría un efecto analgésico actuando sobre la liberación de sustancia p, glutamato, etc. Esta disminución ocurriría pocos días después de su aplicación.
A pesar de su utilización cada vez mayor, su efecto analgésico en pacientes con TTM no es concluyente según la literatura científica ya que mientras algunos estudios (Kurtoglu, Von Lindern, Guarda-Nardini) confirman su efecto analgésico, otros no muestran mejoras significativas o, en estudios comparativos, no demuestra ser más efectivo que un tratamiento placebo o a la inyección de un analgésico.
Sobre esta temática, la revisión sistemática de Chen Y de 2015 nos dice que los efectos terapéuticos en los TTM están poco claros.
La aplicación de toxina botulínica podría generar según distintos estudios perdida ósea que podría afectar a la articulación temporomandibular y al hueso alveolar alrededor de las muelas. Disminución de la densidad del hueso trabecular. Alteración cartilaginosa con reducción en la producción de condrocitos y atrofia muscular acompañada de importante fibrosis que aumenta considerablemente con el número de aplicaciones (al último paciente mío, le han recomendado realizar éste tratamiento cada 6 meses)
Estos trastornos histológicos (algunos irreversibles) y la falta de evidencia que muestre el importante efecto sobre los TTM, incluso comparado con otro tipo de tratamiento menos invasivos nos debería hacer replantear este abordaje como primera opción terapéutica.
Foto: galtdermatology.com